




Palabras de Andrés Pedreño en el homenaje a Manuel Desantes en el Ateneo de Madrid, uno de los amigos «fundadores» de Torre Juana OST

Queridas amigas y amigos,
Hoy estamos aquí para rendir homenaje a una persona excepcional: a un jurista brillante, a un académico incansable, pero sobre todo —y permítanme subrayarlo— a un ser humano irrepetible: Manuel Desantes.
Manuel, personifica la verdadera amistad y la excelencia en su trayectoria académica y profesional, sin menoscabo de una actividad y proyección social única, inigualable. Tiene el poder de la seducción intelectual y emocional. Es de la persona que siempre quieres tener cerca cuando se interponen dificultades o incluso utopías. Su antídoto personal hace fácil lo imposible y hace posible lo utópico.
He tenido el privilegio de compartir con él años decisivos en la Universidad de Alicante. Cuando fue mi Vicerrector y más tarde Rector en funciones, atravesamos juntos momentos difíciles, tiempos en los que defender la autonomía universitaria exigía coraje y determinación. Y Manuel lo hizo con esa mezcla tan suya de inteligencia, firmeza, diplomacia y humanidad que siempre le ha caracterizado.
Pero si pienso en Manuel, más allá de sus cargos y responsabilidades, lo primero que me viene a la mente, como he dicho y repetiré mil veces es su concepto de amistad. Para él, la amistad no es un gesto protocolario ni un vínculo circunstancial: es compromiso, lealtad y alegría compartida. Lo vivimos de manera especial cuando ambos fuimos Eisenhower Fellows. Nuestras experiencias en Estados Unidos nos abrió horizontes, nos permitió comprender mejor la sociedad norteamericana, pero sobre todo nos dio algo más valioso: una red de amigos y amigas en España con los que seguimos compartiendo proyectos, ilusiones y vida.
Manolo es, además, de un jurista de prestigio y proyección internacional, desde China a cualquier país de América Latina, un símbolo de Alicante. Su amor y compromiso por nuestra tierra se ha traducido en una infinidad de iniciativas sociales, culturales y educativas. Desde impulsar la capitalidad mundial de la guitarra hasta apoyar proyectos claves, causas culturales y solidarias de toda índole, siempre ha estado ahí, ofreciendo su energía, su tiempo y su entusiasmo. No podría terminar de enumerar en una hora las causas que Manuel Desantes ha impulsado solo, o con la ayuda de Guiomar, esa persona también mágica -tanto más que él-, una compañera que le permite continuamente tocar el cielo y que las 24 horas del día sean un homenaje en primera persona.
En el ámbito académico, su trayectoria es sencillamente ejemplar y una de las más brillantes de nuestra universidad. Profesor querido, investigador reconocido internacionalmente y uno de los grandes impulsores del derecho de la propiedad intelectual y las marcas en Europa y en el mundo. Pero su mayor legado quizá no sea un título ni un cargo, sino haber formado escuela. Una escuela jurídica que hoy tiene dimensión internacional y que es, sin duda, una de las más potentes en su campo.
El profesor Desantes es un europeísta hasta la médula. Lo ha demostrado brillantemente en sus muchos años de servicio en Bruselas y en Munich donde fue Vicepresidente una siempre compleja y clave Oficina Europea de Patentes. Y probablemente desde la UA ha generado el mayor capital humano nacional e internacional en tantos años de Magister Lucentinus de Marcas, posibilitando un capital humano y una influencia mundial que estoy seguro ha sido un activo fundamental para la propia EUIPO, la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea, con sede en Alicante.
Sin embargo, lo que más fascina de Manuel Desantes es ese aura mágica que lo acompaña. Lo mismo cuando habla en una conferencia que cuando abre las puertas de su Biblioteca de “libros felices”. Esa biblioteca, donde incunables y joyas bibliográficas conviven con historias que solo él sabe contar. Porque Manuel no solo lee libros: dialoga con ellos, los escucha, y consigue transmitirnos que detrás de cada página late una vida.
Si algo define a Manuel Desantes es su capacidad de generar sonrisas y voluntades. Haga lo que haga, donde esté, logra que las personas se sientan parte de algo importante, que encuentren sentido en lo que comparten con él. Eso es un don, y él lo ejerce con una naturalidad que asombra.
Hoy, en este Ateneo, rodeados de cultura, de historia y de amistad, celebramos a Manuel no solo por lo que ha hecho —que es mucho y extraordinario—, sino por lo que es: un amigo generoso, un académico ejemplar, un ciudadano comprometido y, en definitiva, una de esas personas que dejan huella imborrable.
Querido Manuel: gracias por tu magisterio, por tu ejemplo y por tu amistad. Te quedan muchos años de pensamiento crítico y excelencia en la amistad.
Andrés Pedreño
Ateneo de Madrid 30 de Septiembre de 2025