PhD Especializado Planificación Urbana y Regional; licenciado en Arquitectura, Economía y Sociología. Es Fellow y Trustee de la Eisenhower Fellowships; también ha sido nombrado Cónsul General Honorario de Singapur en Madrid desde 2005.

Alfonso Vegara ha sido profesor de Urbanismo en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, la Universidad de Navarra y la Universidad CEU San Pablo. También ha sido profesor visitante en la Escuela de Diseño de la Universidad de Pensilvania, y asesor de la ETH Politécnica de Zúrich.

Ha sido asesor durante más de 15 años del Gobierno de Singapur, así como de varias ciudades del mundo, como Yokohama, México DF, Bilbao, Buenos Aires, Kuala Lumpur, Sao Paulo, Casablanca, Moscú y Medellín.

Reproducimos aquí la entrevista realizada a Alfonso Vegara para Digital Future Society, programa impulsado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Gobierno de España en colaboración con Mobile World Capital Barcelona que busca construir un futuro inclusivo, equitativo y sostenible en la era digital.


En el actual contexto post-pandémico en el que mucha más gente trabaja desde casa y en el que la naturaleza es cada vez más apreciada, ¿qué papel tienen las ciudades? ¿Se han visto afectadas las previsiones de crecimiento de las ciudades?

La pandemia ha tenido un grave impacto, y todos los aspectos de la sociedad deben recuperarse, incluidas las ciudades. Tenemos que salir fortalecidos. En las ciudades, como en otros ámbitos, la pandemia ha acelerado las tendencias, especialmente las relacionadas con la digitalización. Las herramientas digitales han mejorado, pero lo que realmente ha cambiado es la actitud de las personas y de los distintos sectores hacia el uso de la tecnología. La tecnología puede mejorar la eficiencia, y esto se ha puesto de manifiesto en las ciudades.

Todos los aspectos de las ciudades han cambiado. Las viviendas se han tenido que adaptar para un uso mixto (vivir y trabajar); las oficinas se han convertido en expresiones de la cultura empresarial y centros de innovación; los centros comerciales han integrado experiencias donde confluyen el ocio y las compras presenciales y virtuales; la educación ha ampliado su horizonte más allá de la ciudad; y se ha logrado un nuevo equilibrio entre el transporte público y el privado.

En general, las ciudades siguen atrayendo el talento, y el talento es la gente. La tendencia hacia las zonas urbanas continúa.

¿Cómo ve el futuro? ¿Va a crecer el número de superciudades o se va a reducir la brecha entre ciudades pequeñas y grandes? ¿Qué papel juega la digitalización en esta evolución?

Hay propuestas como la ciudad de 15 minutos de París, pero lo cierto es que estas ideas chocan con el gran objetivo de las ciudades, el talento. Por lo que realmente compiten las ciudades en estos momentos es por su capacidad de formar, atraer y retener el talento. Esta es la gran batalla y para ello se necesitan nodos grandes, atractivos, cosmopolitas, con diversidad, un sistema financiero potente, opciones innovadoras de vivienda y centros de ocio.

El futuro está en la integración de estos atractivos en estructuras policéntricas que superen la división administrativa de los municipios. A estas entidades las llamamos superciudades o diamantes territoriales.

¿Qué son los diamantes territoriales?

A medida que las redes mejoran (incluyendo trenes, aeropuertos, puertos, conectividad digital, incluso conectividad institucional) un territorio gana en protagonismo. Ya es posible trabajar en una gran ciudad y, al mismo tiempo, vivir en una ciudad mediana o en una localidad rural. Este movimiento nunca se ha producido con mayor intensidad. En la revolución industrial se construyeron fórmulas como la ciudad jardín o la ciudad nueva para hacer ciudades fuera de las ciudades. La cuestión con los diamantes territoriales es que todas las actividades están integradas. La digitalización permite un modelo híbrido que facilita que las ciudades medianas que forman parte de un diamante atraigan talento, aunque las oficinas sigan instaladas en el centro de las ciudades. Madrid, por ejemplo, experimentará un aumento de la demanda de oficinas dentro de la M30 por parte de las empresas tecnológicas, pero, al mismo tiempo, también aumentará la demanda de residencias fuera de la M30.

La sostenibilidad es otro gran reto para la ciudad del futuro. ¿Cómo puede contribuir la digitalización?

La digitalización contribuye activamente a que las ciudades sean más eficientes. En gran medida, la sostenibilidad de una ciudad depende de la gestión de la energía y el agua. El consumo de energía se produce en tres ámbitos: el transporte, la vivienda y la industria. El uso de los desplazamientos residenciales y laborales se reduce mediante el transporte colectivo, la electromovilidad, el equilibrio y la integración. La tecnología y la inteligencia artificial juegan un papel relevante en estas fórmulas que mejoran la sostenibilidad de las ciudades. Lo importante es alinear la inteligencia artificial con la inteligencia humana. Tiene que haber liderazgo, visión del proyecto de ciudad, buen diseño y un compromiso ético con la transformación. Cuando la inteligencia artificial y la inteligencia humana trabajan al unísono, cuando una ciudad tiene un proyecto de futuro que aprovecha la tecnología, tenemos ciudades exitosas y prósperas.

¿Puede destacar algún caso de estudio especialmente relevante?

En la Fundación Metrópoli llevamos a cabo un proyecto, Ciudades, que analiza 20 ciudades medianas del mundo y 2 millones de habitantes. Queríamos saber qué tienen en común las ciudades de éxito. La conclusión es que las ciudades de éxito utilizan la superinteligencia: la inteligencia humana y la inteligencia artificial. Las superciudades no son superciudades porque sean grandes, son superciudades porque tienen proyectos con diferentes sensibilidades integradas, con procesos participativos, un buen diseño y un compromiso con la ética. También integran el gran poder de la digitalización.

Se pueden conseguir resultados sorprendentes como el caso de Bilbao, un modelo indiscutible de transformación gracias al saneamiento de la ría, así como, la conceptualización de la ciudad más allá del propio municipio, la integración del territorio como un espacio policéntrico, conectado física, digital y administrativamente.

Otro gran ejemplo es Singapur, donde el hecho de ser una ciudad-estado simplifica enormemente la gestión. Singapur es una ciudad con uno de los niveles de corrupción más bajos del mundo. Allí también se han realizado fuertes inversiones en formación. Aparte de la innovadora conceptualización vertical, la lección más relevante de Singapur es la integración desde el principio del diseño físico y digital de la ciudad. No se trata de una plataforma genérica, sino de un diseño totalmente integrado. Smart Nation Singapore es un proyecto liderado por 4 ministros, lo que dice mucho de su valor para el Gobierno. La implicación de estos ministros da lugar a proyectos asociados realmente relevantes, como el impulsado por el ministro de Asuntos Exteriores, la Red de Ciudades Inteligentes de Asia, en la que participan 26 ciudades de 10 países y 600 millones de habitantes que trabajan juntos para diseñar la ciudad del futuro.

También debo mencionar a Medellín, una de las ciudades más peligrosas del mundo hace unos años. Un lugar que ahora es un ejemplo de urbanismo social. El caso de Medellín es otro claro ejemplo de cómo la superinteligencia puede ser una palanca de cambio.

¿Las ciudades marcarán el futuro?

Absolutamente. El futuro serán las ciudades, como lugares entendidos como vida más allá de los municipios. El futuro también serán las redes entre ciudades. La digitalización es una parte importante de la creación y cooperación de estas redes. Actualmente, Londres tiene una relación comercial, empresarial e intelectual mucho más estrecha con Nueva York que sus vecinos geográficos. Las ciudades superan las rivalidades administrativas y políticas de los países para generar flujos y conexiones. El mundo del futuro será una red de ciudades, lugares para vivir y trabajar con un gran flujo y muchas opciones. El gran sector de las soluciones urbanas es ahora clave para desarrollar ciudades modelo basadas en la superinteligencia. En este sentido, también Barcelona puede ser un modelo clave.

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