El pasado jueves 13 de febrero la Fundación ÉTNOR organizó en Torre Juana un debate a dos bandas entre el filósofo Jesús Conill y el catedrático de economía Andrés Pedreño. Ambos expusieron sus puntos de vista en una jornada sobre «Inteligencia Artificial, privacidad, intimidad. El coste de oportunidad del retraso tecnológico».
La sesión que tuvo lugar en TJ-OST es la segunda de las jornadas realizadas hasta la fecha por la Fundación ÉTNOR en Alicante. Estas conferencias están englobadas dentro de la nueva edición del Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial que realiza la fundación y que este año se realiza bajo el lema La era de la inteligencia artificial desde una perspectiva ética.
Enrique Belenguer, Presidente de Étnor dio la bienvenida a los asistentes y dio paso a Irene Bajo, Doctora en Derecho de la UA y Directora de la Cátedra de Responsabilidad Social que impulsa la Generalitat Valenciana en la Universidad de Alicante.
Según Irene Bajo «Estamos viviendo la digitalización como un proceso que está provocando grandes transformaciones y que como sociedad estamos asimilando con una mezcla tanto de fascinación como con cierto temor e incluso a veces con momentos de pánico. La digitalización está invadiendo nuestro día a día y a veces la estamos viviendo con cierto tecno-determinismo que no debemos dejar que se extienda hacia el tecno-pesimismo. La tecnología como cualquier otra herramienta creada por el hombre, es y será lo que hagamos con ella y tenemos que procurar que esa tecnología no ahonde en desigualdades».
Irene B. presentó a los ponentes Jesús Conill, catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia y Patrono de ÉTNOR y Andrés Pedreño, catedrático de Economía Aplicada y uno de los nueve sabios encargados de la redacción del Libro Blanco sobre la inteligencia artificial en España.
Andrés Pedreño defendió la oportunidad que supone la IA y las tecnologías disruptivas para Europa. «Tenemos que ser capaces de asumir riesgos como el tema de la privacidad, pero tenemos que hacerlo de forma diligente y siendo conscientes de que no podemos prohibir el fuego porque el fuego quema. Europa tiene que ser una potencia en IA, como lo son China y EEUU, no podemos quedarnos atrás, además tenemos una oportunidad para hacerlo mejor y definir un marco ético para una inteligencia artificial confiable».
Andrés P. hizo mención a las estrictas reglas que en algunos casos está imponiendo la UE y comentó al respecto «La regulación tiene que ser eficiente, tiene que minimizar los riesgos y maximizar todo el potencial y no imponer un proteccionismo que lo único que hace es impedir el desarrollo y el avance de una tecnología que puede cambiar el mundo».
Jesús Conill. habló de la necesidad de equilibrar los costes de oportunidad para no tener que hacer una elección a costa de otra. «Tenemos que hablar de integración, más que elección y tenemos que combinar de forma inteligente las diferentes variables para poder establecer nuevas fórmulas de conexión que a priori pueden parece enfrentadas».
Según Conill «La IA es un producto tecnológico, y como tal es poder y lo que tenemos que preguntarnos es por el significado de ese poder, porque es un poder transformador que tiene unas consecuencias. El tema de la privacidad es un término muy nuevo, cuando surge la conciencia ciudadana, surge el derecho a la privacidad y esto tiene su origen en la bioética que introduce el principio de autonomía y de consentimiento informado. Cuando llega la IA y el problema de los datos se aplica el mismo principio y aquí es dónde surge el problema. ¿De quién son los datos? En este contexto surge la controversia con los datos porque para los que vivimos en un sentido de la libertad y la autonomía moral es el principio de la libertad.
El filósofo diferenció entre los términos privacidad e intimidad «La privacidad no es lo mismo que la intimidad, la privacidad es un derecho, una cuestión jurídica y como tal es revisable. Tenemos que ser inteligentes y hacer una taxonomía de riesgos, necesitamos generar riqueza y hace falta un tiempo para que la IA se integre de forma correcta por ello hace falta tener nuevas formas de protección social en el proceso de transformación para proteger a las personas. Hay que buscar un equilibrio entre hacer una economía eficiente y mantener los derechos y si hace falta revisemos los derechos pero siempre teniendo como máxima el proteger a las personas».
Jesús Conill hizo mención a los los sesgos de la IA y dio algunos ejemplos de algoritmos que han sido cuestionados por no haber respetado la igualdad de género o tener en cuenta variables a veces demasiado objetivas «Los productos desarrollados con IA tienen sesgos y esto es inevitable, tenemos que hacer un esfuerzos para asegurarnos de que sean éticos, hay que corregir los sesgos desde una perspectiva ética y un contexto de reflexión para corregir con criterio y de forma ecuánime estos sesgos».
En este sentido Andrés Pedreño dijo «la IA no es perfecta, y está es un proceso continuo de desarrollo y mejora por eso es más necesario que nunca el sentido común y la implicación de todos, la IA es una herramienta y una oportunidad, vamos a necesitar muchísimos empleos para dominar la IA, la economía digital va a necesitar cubrir muchos puestos de trabajo, en España hay una gran demanda de puestos de trabajo relacionadas con STEM y no somos una potencia de economía digital, no somos capaces de cubrirlos».
«Hay que ver la IA como una aliada porque representará un coste de oportunidad importante. Algunas estimaciones reducen el crecimiento económico del PIB a la mitad de su potencial sin la concurrencia de la IA, dada la amplitud y relevancia de sus impactos sectoriales. No hay actividad o empresa que no se vea significativamente impactada».
«No se trata de adoptar la IA como un dogma sino con sentido común y saber aprovechar su potencial, hay que abrazar la IA porque es necesaria y tenemos que ser un país inteligente de cara al futuro y hay que regular y defender los derechos de forma inteligente».
Jesús Conill habló para terminar de la necesidad de revisar la noción de seguridad jurídica, porque no podemos atenernos al modo tradicional de entender este concepto porque entonces estamos inmovilizados. Tal vez hay que plantearse un espacio más flexible y dinámico y más acorde con la velocidad de cambios que estamos viviendo que la dimensión ética, algo mucho más flexible y que no se basa sólo en normas sino también en valores, y nos da un espacio mucho más flexible y dinámico dónde entra la innovación y que podemos aplicar de forma diferente de acuerdo con la circunstancia y la situación. Y terminó diciendo «En el fondo estamos de acuerdo hay que hacerlo de otra forma y tenemos que ser más flexibles».
Tanto Andrés Pedreño como Jesús Conill coincidieron en que hay que ser eficientes y encontrar la forma de regular de forma inteligente porque la legislación no debería suponer un freno al progreso.