Artículo publicado originalmente en La Vanguardia. Escrito por Luís Moreno y Andrés Pedreño, autores de Europa frente a EE.UU y China. Prevenir el declive en la era de la Inteligencia Artificial.

La Agencia Española de Protección de Datos en la economía de los datos personales Big Data, inteligencia artificial, transformación digital o economía del dato son expresiones que se han incorporado al lenguaje común. Cada una de ellas expresa realidades distintas, aunque profundamente interconectadas. La computación en la nube y la conectividad unidas a sucesivas fases de disrupción de las tecnologías de la información y las comunicaciones están cambiando nuestro mundo. Este cambio acelerado llamado a cambiar la economía, la sociedad y el Estado se produce a ritmos distintos en al menos tres áreas geográficas claramente diferenciadas por su cultura, su filosofía empresarial e incluso las apuestas de sus gobiernos.

El motor de este cambio sin duda reside en los Estados Unidos cuyas empresas tecnológicas se erigen en los campeones mundiales. Se trata de una economía caracterizada en los últimos decenios por un intenso impulso innovador en un marco normativo poco burocratizado y limitador. De algún modo, salvo en sectores específicamente regulados el mercado define un amplio de juego. Los conflictos quedan en manos de los jueces civiles y no resulta inusual que la legislación surja a partir de las lecciones aprendidas cuando ello resulta indispensable.

El modelo asiático primero liderado por Japón y hoy por China posee perfiles distintos. La cultura comunitaria que genera otro tipo de religiosidad y filosofía se traduce sin duda en un espíritu de disciplina y trabajo. En cualquier caso el capitalismo de estado chino ha cimentado un intenso cambio basado en la inversión en la formación de talento y el impulso de la ciencia y la tecnología y en la conformación de gigantes tecnológicos propios en un mercado acotado e impermeable a la influencia foránea. Y ello, en un espacio sin barreras jurídicas apreciables.

La Unión Europea es un gigante regulador. Las lecciones aprendidas en dos guerras definen un ecosistema claramente dirigido a la garantía de los derechos. La UE, al igual que los EE.UU. es fiel heredera del pensamiento de sus padres fundadores. Europa, decía Robert Schuman, “no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”. Este espíritu ha contribuido significativamente al nacimiento de Estados sociales y democráticos de derechos sin parangón en la historia. Sin embargo, el propio proceso de construcción en el día a día de la regulación produce un efecto paralizante que lastra nuestra competitividad si se interpreta o aplica inadecuadamente.

Si hablar de la economía del dato es un lugar común se entenderá fácilmente que el regulador en la materia, la Agencia Española de Protección de Datos, sea algo más que una institución garante de los derechos fundamentales. Aunque nuestra posición crítica con la normativa de protección de datos sea conocida, lo cierto es que es un hecho que ineludiblemente debe ser tenido en cuenta como un factor determinante para la economía digital. De hecho, no cabe la menor duda de que el estudio del impacto de la regulación y la acción de la AEPD alcanzará un valor sustancial en los próximos años… Seguir leyendo en publicación original

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